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Vale la Pena ser Optimista.

Vale la Pena ser Optimista.

Cambio radical en sicología para evitar enfermedades TODO MENTAL Especialistas de Estados Unidos dan giro radical en la atención de la salud mental y pasan a ocuparse de los sanos. POSIBILIDAD. Los optimistas generan posibilidades ciertas de alcanzar mejores logros que los pesimistas según avala el último simposio nacional de sicólogos estadounidenses DANIEL MARTINEZ SOTO Al fin, tras casi diez años de estudios, especialistas estadounidenses están en condiciones de avalar una certeza de nuestras abuelas, que accede así a la categoría de científica. El Presidente de la American Psychological Association, la entidad que congrega a los sicólogos estadounidenses, Martín Selgman, adelantó habrá cambios radicales en enfoques tradicionale de ahora en más habrá que ocuparse de los sanos. Asumen los terapeutas del norte que, conceptos tan agradables como calidad de vida, optimismno, placer y hasta fortaleza o virtud, han sido los grandes desterrados del trabajo clínico. Con la obsesión de curar males y dolores, médicos y sicólogos parecían haber olvidado la importancia de aprender a utilizar las herramientas que nos mantienen sanos. En el mundo occidental solamente el dos por ciento de los presupuestos sanitarios, está asignado a estudiar a organismos físicamente sanos; el resto, se destina a los enfermos. «Las ciencias de la salud, se convirtieron en ciencias del malestar», afirma Seligman, quien sentencia que enfrentar las depresiones, el mal más extendido en Occidente, apenas alcanza para contener el flagelo, pero en absoluto lo combate. En este campo de conceptos nuevos, las ciencias que estudian la mente son la avanzada. Algunos atisbos pioneros, como la sicología positiva, están dando resultado las investigaciones, técnicas y terapias apuntan al objetivo concreto de hacer la vida de la gente más llevadera, que no sólo curar sus enfermedades. «Con la sicología positiva –enfatiza –avanzamos a tomar el individuo, como un ser capaz de tomar decisiones y asumir la utilidad de estos actos». Seligman, apunta que nuestras vidas en sociedades de consumo cada vez más acelerado es responsable en buena parte de la pérdida del goce en cosas pequeñas, «antecedida a su vez por una cultura donde sentirse bien, está mal visto. En cualquiera de las artes, el dolor aparece mucho más frecuentemente que la felicidad. Decir que uno es feliz, que disfruta de la vida es, actualmente, casi vergonzoso». Concluye con la mayoría de sus colegas, que debatieron estos temas durante una semana en Nueva York, que la sicología del siglo XXI estará en condiciones de prevenir enfermedades mentales, basándose en su conocimiento del optimismo. Pero para ello deberán definir qué genera el que seamos optimistas o pesimistas en nuestras ideas básicas. Los estudios presentados en el simposio pautan que nuestra tendencia optimista o pesimista ante las cosas, tiene mucho más que ver en los sucesos que nos ocurren, de lo que nosotros mismos suponemos. Por ejemplo: en un estudio se dijo a un grupo de nadadores de competición, que sus tiempos eran más bajos a lo que realmente habían sido. Los optimistas continuaron entrenando y superaron dicha información sin más. Los pesimistas, comenzaron a disminuir sus rendimientos sin otra razón aparente. Buscando otra punta, hicieron el estudio a nivel laboral. Entre vendedores de seguros, los optimistas superaban hasta en un 30 por ciento las ventas de los pesimistas. El optimismo es relacionado definitivamente con la salud física. Estudios presentados por sicólogos de universidades californianas entre portadores de HIV-Sida en igualdad de condiciones físicas, concluyeron que la respuesta inmunológica más débil de los pesimistas fue una constante para todos los casos. Esto confirma un concepto que los médicos jamás habían explicado: el menor tiempo post-operatorio de los optimistas, en relación a pesimistas que egresaron del quirófano en mejores condiciones físicas.

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