por Pablo de la Iglesia, Ph. D. (Naturópata) Cuando me enteré que las abejitas tienen que visitar alrededor de un millón de flores para producir cien gramos de miel, comencé a experimentar una sensación muy especial cada vez que la utilizo para endulzar mis infusiones; la miel me recuerda que detrás de cada hecho simple hay un verdadero milagro de la creación. La miel es un alimento que acompañó al hombre a lo largo de toda su evolución y se ha sabido hacer un lugar importante en casi todas las tradiciones y culturas; las primeras referencias las encontramos en España con unas pinturas de unos nueve mil años de antigüedad donde puede verse como el hombre extraía este jarabe de los huecos naturales de los árboles o las rocas donde las abejas silvestres suelen instalar sus colmenas. En Egipto se encuentran referencias de hace unos seis mil años; en el Papiro de Ebers, el principal manuscrito médico de la antigüedad egipcia, se ponen de manifiesto los múltiples usos de la miel en los procesos terapéuticos, alimenticios y de momificación. Un dato interesante y que marca los primeros pasos de la larga carrera humana por sacar el máximo provecho de la naturaleza, lo marca el hecho de que los egipcios construían colmenas que cargaban en balsas que navegaban por el Nilo; estas flotaban corriente abajo y cuando llegaban a su destino, la miel producida tenía la riqueza de haber aprovechado diferentes floraciones. Mahoma sostuvo que ‘la miel es un remedio para todas las enfermedades’; en la Biblia o en las tradiciones griega, romana, india o árabe, siempre encontramos un gran respeto hacia este alimento. Usos Medicinales Todos conocemos el valor de la miel y sus usos para aliviar los trastornos de las vías respiratorias; una infusión de anís, tomillo o eucalipto, con jugo de limón y una cucharada de miel pura sin refinar, suele representar un significativo alivio para la tos y las irritaciones de garganta. También actúa como antibiótico de muchos gérmenes, lo cual la posiciona como un excelente paliativo y preventivo de cualquier infección de las vías respiratorias; en estos casos, podemos ingerirla o bien hacer unas inhalaciones de infusión de eucalipto o tomillo a la cual le agregamos una o dos cucharadas de miel. Para aliviar las congestiones y facilitarnos una noche de sueño placentero, más de una vez hemos recurrido a un vaso de leche bien caliente con miel; esta simple receta es muy efectiva y por su sencillez solemos olvidarla en pos de otros remedios más complejos o costosos que no suelen ser tan apropiados para la salud integral. Si consumimos miel diluida en agua tibia, noventa minutos antes de las comidas, resultará de un gran alivio para la úlcera, gastritis o acidez estomacal; esto se debe a que disminuye notablemente la tasa de acidez, favorece la cicatrización de la mucosa y tal vez tenga algún efecto sobre la Helicobacter Pylori, una bacteria implicada en el desarrollo de la úlcera. Este mismo preparado, inmediatamente antes de las comidas, favorece el proceso digestivo en aquellos que suelen padecer pesadez y lentitud para procesar los alimentos. Conjugando ejercicios que fortalezcan la musculatura de la vejiga con el consumo regular de miel, suele mejorar muchísimo la incontinencia urinaria que suele afectar a las mujeres maduras. En uso externo, la miel puede ser utilizada para acelerar los procesos regenerativos de la piel y promover la curación de cortes, quemaduras, abscesos, úlceras o llagas; en estos casos la miel tiene poder antiséptico, calma el dolor y facilita la división celular que favorece una rápida y efectiva cicatrización. La miel tiene múltiples acciones cosméticas en geles, jabones, tónicos, cremas, etc.; en estos casos podemos mencionar las mascarillas de miel en la cara o el uso de una o dos cucharadas de la misma en el agua del baño para aliviar los problemas dérmicos como la soriasis o alergias. Y aunque las indicaciones de la miel son muchas más, vamos a cerrar este artículo promoviendo un aspecto casi desconocido en cuanto a sus usos medicinales. Habitualmente, cuando tenemos los ojos irritados o con conjuntivitis, recurrimos a una infusión de eufrasia o manzanilla para aliviarlos; pues bien, si a esa infusión le agregamos un poquito de miel, los resultados son mucho más promisorios. Aquí terminamos y lo hacemos con la sensación de haber compartido otro tesoro de los tantos que nos brinda la naturaleza para que saquemos pleno provecho para la salud y el bienestar de toda la familia. Pablo de la Iglesia es autor de los libros “Recuperar la Salud” (Editorial Errepar), “Esclerosis Múltiple, su tratamiento según un enfoque natural” (Ediciones Obelisco), “Estimula Tu Inmunidad Natural” (Ediciones Obelisco) y “Cáncer, su prevención y tratamiento natural” (Ediciones Libertarias); para contactar con el autor puede enviar un correo a
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