LA AMATISTA La Amatista refleja un rayo púrpura, es decir uno de los colores del tercer ojo. Se trata del color que contemplamos a veces al anochecer, cuando la luz del día cede ante la oscuridad. Simboliza el paso de la conciencia del estado normal de vigilia al estado de percepción alterativa. Cuando vivimos esos instantes misteriosos en que se transforman las energías, el rayo amatista repercute la esencia mágica y la capacidad de pasar de una realidad a otra. La Amatista es una piedra idónea para la meditación. Y ya que el color amatista es una de las vibraciones mayores del tercer ojo, una piedra Amatista colocada directamente en dicha zona, estando la persona tumbada boca arriba, facilita el estado meditativo. La suave persuasión de la Amatista calma el proceso del pensamiento circunstancial, infundiendo serenidad. La Amatista aparta la conciencia del egoísmo, inculcando a la mente un conocimiento más profundo de la realidad. La mente se rinde y se desvanecen los pensamiento el fulgor y las chispas de un saber supremo llaman a la puerta de la conciencia. La energía de la Amatista enseña la humildad necesaria para alcanzar estados mentales superiores. La paz y la serenidad interior que ella proporciona nos sume en un océano de silencio donde la actividad mental constante es sustituida por la calma. La Amatista pretende realmente darnos una lección de humildad. Desea mostrar a la mente cómo rendirse en el altar del yo. Si no das ese paso, te quedarás a la frontera del reino de la sabiduría. Tan sólo cuando la mente entiende que existe algo más allá del yo … que su percepción es limitada … ‘y que los sentidos sólo abarcan una ínfima parte de la verdad, puede uno intuir el significado real de la vida y del ser. Hay que desaprender lo aprendido para entender la realidad. De hecho hay que inclinarse para que la sangre fluya a la cabeza y para experimentar otros estados de conciencia. La Amatista nos dice: «relájate y confía», «renuncia si deseas recibir algo más y algo mejor», «ríndete, tu ntendimiento alcanzará más allá de las circunstancias que atan la conciencia al mundo material», «Inclínate, formarás parte de un todo más amplio», «vacíate para que puedas llenar todo tu ser», «sé humilde y deja que las fuerzas del universo guíen tus pasos por la vida». Por otra parte, ya que la Amatista infunde sabiduría, es muy útil cuando se sufre la pérdida de un ser amado. Su presencia consuela, recordándonos subliminalmente que no hay muerte verdadera, sino una transición y un cambio de forma. La Amatista, silenciosa, sugiere: «Celebra la libertad que ha ganado; alégrate: su alma ha roto las cadenas que le ataban al cuerpo físico; si quieres, puedes contribuir en su evolución transmitiendo pensamientos de felicidad y amor». En Occidente, se lamenta la muerte porque no nos han educado teniendo en cuenta la inmortalidad del alma. La Amatista viene a ser la «Piedra del Alma», pues manda su mensaje hacia dicho nivel del ser. Da acceso a supremas experiencias anímicas. Y ya que la Amatista comunica directamente con el alma, es la piedra perfecta para tener consigo o para meditar en el trance de la muerte. Si se logra una buena identificación con la fuerza anímica, la pérdida provisional del cuerpo físico no plantea un problema sin solución, y la transición puede llevarse a cabo con serenidad. Es por tanto una piedra ideal para entregar a personas que estén sufriendo una enfermedad de gravedad o para emplear para sí mismo en la preparación de una muerte consciente. * Debido a su efecto calmante sobre la mente, la Amatista sirve para estados mentales de estrés profesional o confusión. Es una de las mejores piedras para tratar la tensión o las jaquecas, ya que suaviza las ansiedades mentales que provocan tales estados. La Amatista púrpura tiene algún matiz azul y rojo. El color azul aporta la paz a la energía dé «acción roja». Por consiguiente, es positiva para las personas que tengan una fuerte personalidad o mal genio (energías rojas). Conviene llevar una consigo, o llevada puesta, o meditar en ella cuando empezamos a acalorarnos … la Amatista restablece entonces el equilibrio mental. Es especialmente útil si se padecen pesadillas crónicas. Antes de acostarte, mantén una Amatista contra la frente y prográmala para que guíe la mente a través del sueño. A continuación, colócala debajo de la almohada y duérmete tranquilo. Esta última operación puedes realizada si sencillamente deseas tener sueños apacibles y agradables. Si durante la meditación sostienes algún cristal o pequeña Drusa de Amatista en la mano izquierda (con el extremo apuntando hacia el brazo), la energía de la Amatista fluirá hacia el cuerpo. Con esta técnica se relaja el sistema físico, y se vuelve uno más vulnerable y sensible a las experiencias meditativas. Las grandes drusas de Amatista son ideales para los altares de meditación, para fijar en ellos la concentración. La mente ejercita mediante’ estas meditaciones su habilidad para centrarse y serenarse, mientras la atención sigue fijada en el mundo objetivo. Afortunadamente, los cristales de Amatista son muy corrientes y accesibles. Su color oscila entre el púrpura oscuro y el blanco casi transparente con un leve matiz púrpura. Habitualmente, cuanto más transparentes o más oscuras, más valiosas y más caras. Las gemas de Amatista oscuras suelen labrarse, e igualan en belleza y precio a otras gemas preciosas. La Amatista casa bien con el oro; es ideal para la joyería ya que siempre irradia belleza e influencia positiva. Las drusas, los Cristales Generadores y las geodas de Amatista son hermosos e imprescindibles en una colección gemoterapéutica. En sesiones de curación por los cristales, suelen aplicarse drusas de Amatista en la zona del tercer ojo.
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