Un hongo ambiental que muchas personas tenemos en los pulmones, en estado latente e inofensivo, emplea una espectacular y a veces letal táctica para burlar nuestro sistema de defensas y permanecer con vida. Una vez que se ha producido la infección, puede aumentar su tamaño hasta incluso 1.000 veces, lo que le convierte en invulnerable a los ataques del sistema inmune.
Normalmente, la invasión no va a mayores, pero en el caso de personas inmunodeprimidas, como pacientes de sida o trasplantados, aprovecha para multiplicarse y llegar al cerebro, donde provoca entonces un tipo de meningitis que es responsable de más un millón de muertes cada año, casi todas en países en desarrollo, donde no hay acceso a tratamientos eficaces.
El hongo, ‘Cryptococcus neoformans’, es una levadura que se encuentra en el aire por todo el mundo y a la que estamos expuestos desde la misma infancia. Un equipo de investigadores del servicio de Micología del Instituto de Salud Carlos III ha descrito por primera vez su peculiar mecanismo de supervivencia, un crecimiento desmesurado que podría ser también la estrategia seguida por otros agentes infecciosos.
El hongo multiplica su tamaño para así formar células gigantes, que no pueden ser fagocitadas y son más resistentes a las defensas del organismo. En ese estado, es demasiado grande para traspasar barreras y queda en los pulmones, donde se reproduce muy lentamente. El problema llega cuando el sistema inmune se debilita, bien sea debido al VIH o a otras circunstancias.
En esos casos, las células del patógeno se dividen y crean otras de tamaño normal, capaces de migrar y, mediante un proceso que aún no se conoce, llegan al cerebro, donde causan una meningitis potencialmente letal. En los países avanzados, las infecciones por hongos pueden tratarse con un antibiótico, anfotericina, pero su coste, en torno a los 1.500 euros por toma, es demasiado elevado para los países en desarrollo, donde esta infección es más preopcupante.
Un drama evitable
«Ese millón de muertes cada año es un drama, ya que se podría evitar. Pero la realidad es que no tienen dinero para el tratamiento, ni lo tendrán», lamenta el investigador Oscar Zaragoza, que ha liderado el trabajo, cuyos resultados se han publicado en ‘PLoS Pathogens’.
El drama también existe en otros países pues esta clase de infecciones se ceba con los más débiles, que ya han pasado por una enfermedad y un duro tratamiento y se encuentran en inmunodepresión: «Afecta a personas con mal estado físico y anímico. Son pacientes en los que inviertes mucho esfuerzo y que se mueren por una infección que todos tenemos».
Sin embargo, también se han registrado otros casos en personas sin ninguna inmunodeficiencia, lo que indica que debe haber otros factores de riesgos aún desconocidos. Además, éstos y otros hongos ambientales se van acumulando en los pulmones por inhalación, circunstancia que, según sospechan, podría ser causante de asma y de otros problemas respiratiorios.
«…se han registrado casos en personas sin ninguna inmunodeficiencia identificada, lo que indica que debe haber otros factores de riesgos aún desconocidos.»
Para el Biomagnetismo, este factor de riesgo añadido es la presencia de un virus. Si el hongo se asocia a algún virus, entonces ya no estará en estado latente, tendrá las condiciones de pH ideales que le permitan desarrollarse vertiginosamente rápido, invadiendo el tejido en el que está implantado, destruyéndolo al crecer virulentamente «como los hongos» y creando así su enorme patogenicidad.
Por eso hay gente que muere rápidamente (incluso con el sistema inmune fuerte) y a otros les causa estragos.