EL PERDÓN DE FIN DE AÑO El tema del día era el resentimiento y el maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico. Ya en clase elegimos una papa por cada persona a la que guardábamos resentimiento. Escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa. Algunas bolsas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de papas. Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento nos mostró claramente el peso espiritual que cargabamos a diario y cómo, mientras poníamos la atención en ella para no olvidarla en ningún lado, desatendíamos cosas que eran mas importantes. Todos tenemos papas pudriéndose en nuestra “mochila” que nos pesan, huelen mal y hacen más incómoda nuestra vida. La falta de perdón es como un veneno que gota a gota tomamos a diario. Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta que los únicos beneficiados somos nosotros mismos. El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. La falta de perdón te ata a las personas con el resentimiento como las papas que cargas en tu mochila. “La declaración del perdón es la clave para liberarte”. Perdona para que puedas ser perdonado, recuerda que con la vara que mides, serás medido…. como decimos en el Padre Nuestro: “Perdona nuestros pecado, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden..” ¡Empieza un Año Nuevo sin cosas viejas! Un abrazo Carlos A. Luissi
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