Aunque aparentemente es una noticia local y sin mucha relación con otras personas, vean el texto de Josep Maria Rosello sobre la filosofía del naturismo, extraído del libro «La vuelta a la Naturaleza» editado por «Editorial Virus», resultado de una profunda investigación del autor de su tesis de Doctorado. RC. El Ministerio de Sanidad, a través de su titular, dispuesto a resolver la cuestión histórica de la Naturopatía española. En el pasado mes de Marzo se han cumplido 80 años de la promulgación de la Orden del Ministerio de Gobernación sobre la «profesión de naturista» publicada en la Gaceta de Madrid de 26 de Marzo de 1926, y que todavía algunos sectores de la Administración sanitaria, minoritario, consideran aún vigente a pesar de su carácter preconstitucional. Esta Orden Ministerial se promulgó durante la Dictadura de Primo de Rivera, siendo Ministro de Gobernación Severiano Martínez Anido (1862-1937), firmante de la Orden, de trayectoria política bien conocida por la historiografía. Militar y político español, n. en El Ferrol y m. en Valladolid. Ayudante de órdenes del rey (1911) y director de la Academia de Infantería (1912), ascendió a general en 1914 y desempeñó los cargos de gobernador militar de Guipúzcoa (1917) y gobernador civil de Barcelona (1919-22), donde reprimió con mano dura el movimiento obrero. Siendo comandante militar de Melilla, entró a formar parte del Directorio (1923) y desempeñó la cartera de Gobernación durante la Dictadura (1925-29). Al caer ésta buscó refugio en Francia. Durante la Guerra Civil se adhirió al Movimiento y dirigió el ministerio de Seguridad en el gobierno de Burgos (1937-38). Cabe recordar que José Castro obtiene el titulo de Naturópata en 1922, y en 1925 junto con Nicolás Capo abren la primera escuela de Naturopatía en España (Barcelona). El análisis del contenido de la Orden, sigue un ya viejo enfrentamiento entre medicina y naturismo, cosa que carece de argumentos históricos, sociológicos y científico, ya que el naturismo es una filosofía de vida y un movimiento social patrimonio de la humanidad sin exclusividades. Veamos como era el pensamiento y movimiento naturista en la década de los veinte y treinta; según lo expone Josep Maria Roselló, en el libro La vuelta a la naturaleza, donde estudia las cinco corrientes principales del movimiento naturista, analizando sus aportaciones teóricas y prácticas, la trascendencia de sus propuestas, las revistas y publicaciones que sirvieron de soporte a la difusión de sus ideas, así como sus figuras más destacadas. «Los años veinte y treinta son el período clásico del movimiento naturista, al cuajar en toda su complejidad y ser, a su vez, un movimiento de referencia social de todo lo que tenga que ver con preservar la naturaleza y volver a la vida natural. Especialmente durante estos años el naturismo está presente en toda la Península y, sin desdeñar cifras como las expuestas, en un movimiento con la regeneración del individuo como base, el sector orgánico solo representa una pequeña parte. Los tres ejes básicos del pensamiento naturista son la creencia en un orden natural, la necesidad inmediata de volver a estar en armonía con él y el individuo como punto inicial de este retornar o regeneración. La existencia de un orden natural es la idea fundamental del naturismo; un orden en equilibrio que se perpetua así mismo y que tiene como principal elemento la equidad -la justicia-; es decir, en el caso de la agricultura, la biológica toma pero también da a la tierra mientras que la química solamente la expolia. El falso progreso nos aparta de este orden mediante una ficción, el artificialismo; causa de todos los odios, guerras o epidemias. El conjunto de leyes naturales que constituyen el orden natural son las mismas para la naturaleza, la sociedad y la humanidad. Motivo del que nace la necesidad del retorno del individuo hacia el mencionado orden el cual no es preciso explicar, pues, una vez se vuelve a estar en armonía todo deviene un fluir de la vida. Para alcanzar este retorno son necesarios caminos de regeneración: el vegetarianismo trascendente y la desnudez física hacia la sicológica. El primero, considera la alimentación vegetariana como la propia de la especie humana, por las dos características inseparables que le da: la biológica y la moral, de aquí el carácter trascendente. El naturalista francés Georges Cuvier (1769-1832), considerado el padre de la anatomía comparada y la paleontología, elabora, para explicar la desaparición de los animales, la teoría de los catástrofes, diferente a la después mas aceptada del evolucionismo; sin embargo es muy valorado dentro del vegetarianismo, pues, sus estudios de anatomía comparada y fisiología son su argumentación biológica. Soledad Gustavo en “Jorge Cuvier” (1936) nos da una muestra de la consideración, en que se tenia y se tiene al naturalista. Las comparaciones anatómicas para determinar el carácter frugívoro de la especie son los siguiente aspecto no feroz. manos y no garras, adecuadas para recoger frutos. la dentadura preparada para cortar y triturar con una masticación más lenta y constante que requiere una producción de saliva al mismo ritmo. Las comparaciones fisiológicas son tre un estómago más grande y fuerte preparado para digerir especialmente los hidratos de carbono y la extensión del tubo digestivo que es de diez a doce veces la distancia de la boca al ano. más facilidad de digestión de las proteínas de origen vegetal sin creación de toxinas como las de origen animal. unas glándulas sudoríferas muy desarrolladas frente a su ausencia o poco desarrollo en los carnívoros. El aspecto moral del vegetarianismo queda bien desarrollado en el pensamiento del filósofo venezolano, también naturista, Carlos Brandt (1875-?), especialmente en su obra El Vegetarismo (1909) la cual ha sido bastante reeditada a lo largo del siglo XX. En ella, se relacionan y argumentan todo un conjunto de razones de como el consumo de carne atenta contra el hecho de que todos los animales somos de la misma familia y, también, contra la ley natural de velar por la vida, alejándonos de las cualidades morales, propias de la especie humana, de justicia, bondad, solidaridad y tolerancia, fomentadas por el vegetarianismo. El segundo camino, el de la desnudez, ve importante el desnudarse de nuestros vestidos por moralidad en contra de las obsesiones sexuales producidas por la ocultación del cuerpo, por salud por el contacto directo con los elementos naturale tierra, aire, sol, agua y por estética, por ser la desnudez la belleza natural. Pero aún así, a pesar de su interés, no es lo más importante; para los decididamente partidarios de éste camino, la desnudez física es un paso hacia la desnudez sicológica, la decisiva en el momento de hacer desaparecer las barreras sociales que, separándonos por sexos o por roles sociales, imposibilitan la fraternidad entre humanos y de estos con la naturaleza. Cinco corrientes El pensamiento naturista toma diferentes vías según si al orden natural se le busca o no un origen y un destino divino, según si se considera o no que dentro del mundo capitalista es posible el naturismo o, bien, si se da una mayor tendencia hacia el vegetarianismo o hacia la desnudez. Se dan cinco corrientes principales dentro del conjunto del movimiento naturista: el vegetarianismo naturista, la trofología, el vegetarianismo social, la librecultura o desnudismo y el naturismo libertario. Las tres primeras tienen como guía el vegetarianismo trascendente y a pesar de las diferencias entre ellas, el punto en común es la tendencia a apartarse de la sociedad creando colonias en donde acoger a los nuevos adeptos. Esta actitud, por lo que respecta al vegetarianismo naturista y a la trofología queda reflejada en estos punto el individuo es visto en su dimensión biológica -física y psíquica- dejándose la social. la regeneración es vista como un apartarse de la sociedad para estar en armonía con las leyes naturales. la esperanza de que de unos padres naturistas nazcan hijos sanos y, de ésta forma, ir extendiéndose progresivamente como una mancha de aceite. la necesidad cristiana de querer ser bueno, es decir, de no reivindicar. Estos planteamientos se recogen en la Asamblea Naturista de València (1922) y aún, hoy, son los hegemónicos dentro del movimiento naturista de tipo vegetariano. Mientras el pensamiento anterior conduce, socialmente, a considerarse unos sabios que no deben tomar partido, pues, están llamados a poner paz entre las clases sociales enfrentadas para reducir la confrontación y mantener mejor la jerarquía clasista, entendida como el equilibrio natural entre las fuerzas evolutivas y las conservadoras, el vegetarianismo social contiene un cariz mucho más activo de difusión directamente vinculado con las corrientes progresistas de la época. El vegetarianismo social tiene escasa pero ruidosa incidencia dentro del movimiento, sólo un poco antes del Congreso Naturista de Bilbao (1925) a raíz de la publicación del manifiesto «A los naturistas españoles« (1924), donde el considerar la propiedad colectiva como ley natural levanta mucha polémica con las otras corrientes vegetarianas. La dictadura franquista borra posteriormente cualquier carácter reivindicativo mientras que, por otro lado, los más reaccionarios tienen campo abierto. La librecultura tiene como punto principal el considerar la desnudez como el estado natural de la humanidad, por ello, la desnudez física es camino de la sicológica. Públicamente, en forma asociativa, tuvo de esperar hasta la II República española, proclamada el año 1931, para ser tolerada. Campos naturistas, revistas como Luz (1931), Nueva Vida (1931), Vita (1932), Febo (1933-?) y Biofília (1935-1937) en Barcelona, Natura (1932) en Madrid y Gimnos (1934-1937) en València o películas proyectadas en los circuitos comerciales como Desnudismo (1933) y Elysia (1936), son una buena muestra del auge de la librecultura que la dictadura franquista persigue y empuja a la clandestinidad. La quinta corriente, el naturismo libertario, motivo del presente estudio se expone a continuación. Naturismo y anarquismo: el naturismo libertario El estudio del naturismo libertario es más complejo que el del resto de corrientes, pues, se da tanto en el movimiento anarquista como en el propiamente naturista, por eso es necesario analizar las diferentes perspectivas de relación entre las dos corrientes de pensamiento y, a la vez, hablar de Reclus y de Tolstoi precursores, ambos, de lo que poco después se denomina naturismo libertario. Eliseo Reclus (1830-1905), geógrafo y teórico del anarquismo, es muy influyente en el movimiento ibérico por la rapidez con que son traducidas sus obras, tal como ocurre con su gran estudio de geografía social El Hombre y la Tierra (1905-1908), material didáctico en la Escuela Moderna de Ferrer y Guardia. En el volumen VI de este estudio se encuentran elementos de los cuales se nutre el naturismo libertario, Reclus, vegetariano, defiende, como un gran acontecimiento revolucionario, recuperar el derecho de los antiguos griegos a ir desnudos a la luz del sol, pasando a ser la ropa una cuestión exclusivamente climatológica. Si fuese necesario recomendar una obra del sabio geógrafo, breve, bella y didáctica de la interrelación entre naturaleza y sociedad sería, sin duda, El arroyo (1864). También es pronto conocido en la Península, el escritor, pedagogo y revolucionario ruso León Tolstoi (1828-1910), promotor de un anarquismo basado en el mensaje social de la palabra de Cristo una vez desprovisto de todo aspecto religioso. Tolstoi, vegetariano y esperantista como Reclus, escribe en su postrer libro Últimas palabras (1909) que vivamos según la ley de Cris
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